Nace la Eurorregión, con el visto bueno de Rodríguez Zapatero, y el PP se rompe en su estrategia continental. ¿Quién manda en esa jaula de grillos?

Cosas veredes. Jaume Matas, el presidente balear, antiguo muñidor del trasvase del Ebro, y bestia negra de Aragón, abrazándose emocionado a Marcelino Iglesias ante la sonrisa benéfica de Pasqual Maragall. Una foto imposible hace sólo unos pocos meses...

Pero mientras Matas, con su nueva barba campesina, disfrutaba de la gloria internacional, su colega Camps, el presidente valenciano, volvía a condenar la alianza Pirineos--Mediterráneo, sin importarle una chufa denunciar la complicidad de Matas con el rojerío catalano-aragonés, y dejándolo al pie de los caballos. Donde Matas ve prosperidad y unión, Camps sospecha intereses ocultos y amenazas a la unidad patria. Rajoy, por su parte, pasando de explicar la ambigua posición de su partido, volvía a hacer el pasamarote, un papel que se le da cada vez mejor. ¿Quién manda ahí?

El presidente del PP-Aragón, Gustavo Alcalde, que justo manda en lo suyo, y cuya visión de Estado es, digamos, incipiente, se ha venido oponiendo con reiteración, y creo recordar que con gruesos calificativos, a la Eurroregión. Su excusa, que Maragall iba a coronarse la barretina sobre los viejos reinos de la Corona. Alcalde debería poder presumir un poco más de lo que su partido, desde Europa, ha hecho por Aragón, pero no puede, porque el cuaderno está casi en blanco. Loyola de Palacio se ha limitado a firmar protocolos de infraestructuras a medio y largo plazo, y Luisa Fernanda Rudi, quien supongo debe andar por Estrasburgo, todavía no estrenado los altavoces de traducción simultánea. Aragón puede obtener más réditos con su nuevo lobi.

El PAR tampoco ha andado fino en su análisis de la Eurroregión, habiendo expresando sus popes, en más de una oportunidad, una oposición que, desde un análisis externo, no se entendía. Pues a la vista están los beneficios que nuestra comunidad autónoma puede obtener de esa alianza de regiones hispanofrancesas unidas por la vecindad geográfica, por buena parte de su historia y, ya en la actualidad, por numerosos intereses comunes. En cuanto a los inconvenientes, los peligros, las trampas, los señuelos, las incompatibilidades... ¿Cuáles son, dónde están?

Al romper la disciplina o unanimidad del PP, Matas, quizá sin quererlo, ha dado un paso clave en las futuras relaciones de las comunidades autónomas con los foros de Europa. Como es lógico, el balear ha entrevisto en la Eurroregión una bolsa de 13 millones de clientes potenciales para reforzar el alicaído turismo de sus privilegiadas islas, y allá que se irá, a Montpellier y a Toulouse, a vender las excelencias de las playas y el clima de las pitiusas. No obrará así Camps, decía, receloso siempre ante el protagonismo catalán, y anclado en aquel grotesco Eje de la Prosperidad que Aznar, con nomenclatura de hierro, diseñó para el Madrid y la Valencia del régimen anterior.

Si no nos dan la Expo, jugaremos en otra tómbola.

*Escritor y periodista