Dos temas esta semana, y soy incapaz de decidirme por uno: la polémica por los lazos amarillos con la que varios oferentes de la Casa de Cataluña se pasearon por la Ofrenda de Frutos; y la postura de Pablo Casado sobre la eutanasia. Nada tienen que ver uno con otro, pero tengo opinión sobre las dos. Sobre la primera, la de los lazos: Ya son ganas de tocar las narices aparecer en un acto religioso de una comunidad ajena con la cantinela de los presos políticos. Sin embargo, y contra la opinión de muchos, yo creo que el alcalde Santisteve estuvo bien, dando una lección de libertad de expresión que no se merecían los muchachitos catalanes. Me gustaría saber qué pasaría si en los actos de la Diada algún participante apareciera con una banderita de España en la solapa. ¿Azuzaría Torra a los comandos de la CUP para dar un escarmiento? Por cierto, que uno de los chavales con lazo se ha definido como «hijo de padre aragonés, republicano, independentista, socialista y feminista, anticapitalista y antimilitarista». No le cabe una causa más, no sé cómo le dan de sí los días. En cuanto al debate sobre la futura ley de Eutanasia que se debate estos días, Casado opina que «este problema no existe en España». Será porque ni él ni nadie querido están en la terrible situación de sufrir una enfermedad irreversible, querer morirse y no poder. Odio, y lo digo con todas las letras, que ciertos políticos se crean con el derecho a decidir qué hago yo con mi vida. Me recuerda demasiado a tiempos pretéritos, en concreto a la Santa Inquisición.

*Periodista