Ya sé que a los obispos, al Gobierno y a don Manuel Fraga les toca un pie lo que pueda decir este humilde pecador, como les traen al fresco las evidencias. Llevan tiempo en el oficio y saben que basta con apelar a cosas trascendentes como Dios, la Patria o la Seguridad para que una parte sustanciosa del personal comulgue... con hostias o con ruedas de molino.

Pero habrá que insistir porque, en caso contrario, me entra la melancolía y las ganas de retirarme a leer haikus hasta la consumación de los días.

Evidencia primera: los prelados piden a jueces y abogados católicos que se abstengan de intervenir en divorcios. Con independencia de que una cosa es la fe y otra la minuta --de manera que no creo que les hagan mucho caso--, parece que tres cardenales bendecirán la boda de Felipe y Letizia. ¿Por qué no se abstienen ellos de intervenir en bodas de divorciados?

Segunda evidencia: Aznar no da explicaciones sobre las mentiras de la guerra que patrocinó con tanto entusiasmo porque, jura, él nunca dijo que hubiese constancia de que Sadam tuviera armas de destrucción masiva. Existen docenas de pruebas, en todos los archivos periodísticos, de que lo dijo él y de que lo dijo Rajoy.

Tercera evidencia: a Fraga le sale el fascista que lleva dentro tres veces a la semana, y algunos le ríen la gracia y le disculpan por la edad.

Pregunta final: si los estúpidos hombres blancos americanos empiezan a reaccionar, ¿qué hace falta para que reaccionemos nosotros?

*Periodista