Supongo que Pablo Iglesias tiene un problema más: como se ha librado de su examigo y exsecretario político de Podemos, Íñigo Errejón, no hay quien le adobe el discurso. Así que opta por montar el número con exabruptos recitados, la verdad, sin demasiada convicción. Decir ordinarieces en el Congreso (cosa habitual, por otro lado) adquirió cierto estilo e incluso prestigio tras aquel labordetiano «¡A la mierda!». Pero el desahogo del diputado aragonés tenía lógica, estaba bien contextualizado en vísperas de la desgraciada invasión de Irak. Nada que ver con otras cosas que nos ha tocado oír.

Pero lo peor no es que a Rajoy se la bufe el Parlamento. Eso es algo evidente y viene de lejos. Lo inquietante es que el Legislativo se ha convetido en una especie de teatro semiclandestino donde es necesario hacer malabares extremos para darse a entender, porque abrir discusiones de alto interés social (como la que mantuvo el diputado zaragozano Arrojo con la ministra García Tejerina) apenas tiene eco en los medios de mayor difusión. Como no lo tuvo el debate sobre la propuesta de Unidos Podemos para despenalizar la eutanasia. La toma en consideración de tal iniciativa fue rechazada por el PP y sus adláteres con la incomprensible y lamentable complicidad del PSOE. Tampoco este asunto ha transcendido gran cosa. Y eso que ha de tener repercusiones sobre la forma en que morirán millones de españoles, condenados por tristes intereses políticos y miserables prejuicios religiosos a pasar sus últimos días y años en medio del dolor y la degradación, sin poder ser dueños ni de sus propios cuerpos.

Mientras, los futuros usos del canal Segarra-Garrigues, en Lérida, se convierten en un no se sabe qué: quizás una moneda de cambio, un pretexto para encabronar a unos territorios españoles con otros (a Cataluña y Aragón, me refiero) o un nuevo misterio hidráulico, en un país donde a muchos se les hace la boca agua imaginando qué negocios (soberanistas o no) se pueden hacer con el susodicho elemento. Y esperen que tal cosa llegue a los parlamentos.