Todos los medios nacionales y los más significativos del planeta están mostrando su sorpresa y preocupación por el contagio del virus del ébola sufrido por Teresa Romero, auxiliar de enfermería del Hospital Carlos III de Madrid, tras el contacto con el misionero español Manuel García Viejo, fallecido el pasado 25 de septiembre por esta afección y en ese hospital. Allí están vigentes y actualizados los protocolos de actuación y medidas preventivas dictadas por la Organización Mundial de la Salud y los mejores expertos mundiales en Salud Pública y Epidemiología de esta ominosa enfermedad, que esta propagándose inmisericordemente en África y apareciendo el primer caso contagiado en Europa, en nuestra conciudadana y en nuestro país.

SE ESTÁ GENERANDO una gran inquietud y zozobra ante el riesgo que pueda significar su difusión en España, de la misma forma que las autoridades de la Unión Europea y los máximos responsables de la OMS están instando a las autoridades sanitarias españolas y a la Administración, a aclarar con rapidez, diligencia y transparencia la secuencia de hechos y la identificación del error humano de la citada profesional en las normas del protocolo de protección, o al fallo que pudiera presentar dicho acuerdo y recomendación sanitaria para el tratamiento o contacto de los posibles afectados y controlar su difusión.

Al ver los tremendos errores de organización y comunicación que transmitió la ministra Ana Mato, el pasado lunes en la rueda de prensa y comparecencia ante los medios, y que multiplicó exponencialmente el pánico, incertidumbre y temor de la ciudadanía española, ante su torpeza intelectual y política, me viene a la cabeza otro episodio semejante. Lo protagonizó Celia Villalobos, entonces ministra del ramo, ante la epidemia de los priones o "enfermedad de las vacas locas", donde resumió su responsabilidad aconsejando que los presuntos pacientes fueran a los centros de salud y que no se adquiriesen carnes de ofertas baratas, económicas o accesibles para una mayoría de la sociedad.

Su gracejo le ha permitido subsistir políticamente y ser recompensada, hoy y ahora, con un cargo relumbrón en la Mesa del Parlamento español.

Fue entonces mi querido amigo, recordado rector de la Universidad de Zaragoza, y experto reconocido por la OMS y el escenario científico mundial, Juan Badiola, presidente de los veterinarios españoles, el que tranquilizó a la sociedad, a los consumidores, a los industriales de los mataderos y a toda la ganadería española, evitando su ruina y desaparición por un tema mal administrado políticamente. Y al que como técnico y experto dio luz, transparencia y tranquilidad. Como en Aragón también y ahora la doctora Ferrer Dufol, y de nuevo el gran Juan Badiola están dando seguridad y veracidad en el problema del lindano en las aguas del río Gállego, por la contaminación de los vertederos. Y ambos con la consejería de Sanidad del Gobierno de Aragón al frente están dando información a la población y tranquilizando a los vecinos desde un punto de vista sanitario.

He tenido oportunidad de contemplar el rigor, serenidad y buen hacer con los que nuestro consejero Ricardo Oliván, y sus responsables de Salud Pública y Asistencia Sanitaria, con todos los expertos en esta afección y en vigilar la cuidadosa aplicación de los protocolos del ébola y medidas preventivas establecidas por las autoridades sanitarias mundiales para evitar su difusión, más cuando parece que un descuido y error humano de Teresa Romero ha sido la causa de su contagio y primer caso europeo.

LOS POLÍTICOS que nos representan en los estados de derecho tienen la ineludible obligación de informar diligentemente con veracidad y no permitir que su torpeza, desconocimiento no coordinando a los expertos y técnicos que creen pánico. Como ha sido en Madrid. He trabajado durante más de 40 años en el Sistema Aragonés de Salud. Es un privilegio el que disfrutamos los aragoneses la profesionalidad de todos los estamentos en el día a día y en esta contingencia. Y me siento optimista y tranquilo viendo la claridad del rumbo con el que el consejero de Sanidad y todo su equipo están llevando las directrices ante este momento de preocupación nacional, en el que todos tenemos que colaborar con ilusión y esperanza.

¿Por qué Excalibur? Es el nombre de la mascota de Teresa y su esposo. Matrimonio sin hijos y con un precioso perrico que han acabado sacrificando por haber estado en contacto con su "dueña" y amiga. El marido se rebeló. Debe pensar que Excalibur, de acuerdo a las leyendas medievales de Geoffrey de Monmouth de 1130, fue la espada liberada de la piedra, o en gaélico "espada centelleante" que blandió el rey Arturo y permanece inmersa en el Reino de Avalón en poder de la Diosa de las Aguas, y es posible que esa magia y la vida permitan la recuperación de Teresa, el control del riesgo en España por el ébola ya que Excalibur no podrá seguir paseando y disfrutando del cariño de sus amigos. Que lo veamos.

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