Tras confirmarse que Defensa repatrió los cadáveres de las víctimas del accidente del Yak-42 sin una correcta identificación, el exministro Federico Trillo se ha visto obligado, presionado incluso por su partido, a pedir "sinceras disculpas" a las familias afectadas. Los portavoces de éstas no las han aceptado y le reclaman que, "por dignidad", renuncie al acta de diputado.

La dimisión como parlamentario es el gesto que debería realizar el exministro. No basta con sus excusas, ni tampoco puede argumentar que sus votantes de Alicante juzgaron ya sus responsabilidades: ni el 14-M fue un plebiscito sobre su persona ni ese día se conocían los análisis de ADN que han demostrado que se privó a las familias del derecho a enterrar a sus muertos dignamente. Trillo debería haber asumido sus responsabilidades políticas en su día haciendo efectiva su dimisión como ministro. Como quiera que no lo hizo así, debería dejar ahora su cargo público. Y si personalmente no llega a esta conclusión, habrá que desear que el PP, que en otros tiempos exigió dimisiones por temas menores, le ayude a tomar esa decisión. Contribuiría, además, a evitar un indebido uso partidista de esta polémica y a respetar el derecho de los muertos a no ser manipulados.