Con poco ruido pero a ritmo constante, el proyecto Ebro Resilience que nació para mejorar la seguridad en los tramos del río que se inundan cada vez que hay una crecida va avanzando. Ayer se comenzó a estudiar los tramos de la ribera baja, de Zaragoza a Gelsa, una zona también muy afectada cada vez que hay una riada. Este proyecto, surgido desde la Confederación Hidrográfica del Ebro con la colaboración del Gobierno de Aragón y los municipios ribereños tiene como punto principal de su éxito la participación. Cuentan todos los implicados y afectados y a partir de ahí se avanza en la mejora de motas, cauces de alivio, limpiezas puntuales y todas aquellas posibilidades que permitan conciliar el transcurso ecológico del río con la actividad humana. Ahora solo falta que pueda tener la suficiente dotación económica y que se avance en la ejecución de todos los programas que se están realizando.