La crisis múltiple de Oriente Próximo está cambiando muchas alianzas y dependencias. Irán es un ejemplo. Su presidente puede hablar telefónicamente con el representante del satán occidental, es decir, con el presidente Obama y este a su vez hacerlo con quien era parte de la tríada que configuraba el eje del mal dibujado por la anterior Administración neocon de George W. Bush. Este mismo Irán, chií, también habla con su archienemigo religioso, la suní Arabia Saudí. Otro ejemplo de cambios es el terrible éxodo que se desarrolla estos días ante nuestros ojos. Podía parecer impensable que ciudadanos kurdos buscaran refugio en Turquía, pero se calcula que 130.000 procedentes de Siria han cruzado la frontera con Turquía huyendo de una ofensiva del Estado Islámico. El pueblo kurdo está repartido entre cuatro países: Irán, Irak, Siria y Turquía. Este último ha combatido a los de su territorio durante décadas, especialmente los años 70 y 80, en una guerra civil que ha sumado al menos 40.000 muertos y que ha generado una gran animosidad contra Ankara entre los kurdos repartidos en los otros países. Ahora, sin embargo, Turquía ha tenido que abrir su frontera, con más de un incidente, a los refugiados procedentes de Siria.

OLLA A PRESIÓN

Sin contar el éxodo kurdo de los últimos días, desde que empezó la guerra de Siria un millón de refugiados de este país han cruzado la frontera. Un volumen tan elevado de expatriados resulta difícil de asumir para cualquier estado y Turquía no es una excepción. La suma ahora de los kurdos de Siria despierta grandes temores. Desde el punto de vista humanitario, desde luego. Pero también porque recela que estos refugiados se sumen al brazo armado del PKK, el partido kurdo que ha combatido contra Turquía y que es considerado como una organización terrorista no solo por Ankara, sino también por EEUU y la UE, para combatir a los yihadistas. Y además, este éxodo indica que el EI se está acercando a su frontera. La guerra de Siria ha convertido todo el Oriente Próximo en una olla a presión en la que las viejas alianzas, las amistades, las rivalidades y los intereses están cambiando de forma vertiginosa. La amplia coalición que está construyendo EEUU para combatir al EI resulta un ejemplo de estos cambios, pero no hay ninguna garantía de que funcione como tal.