Después de que se tuviera que aplazar hasta en tres ocasiones, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó ayer en Zaragoza los fondos europeos destinados para hacer frente a la crisis generada por el covid y que pomposamente se denominan fondos de resiliencia y recuperación. España prevé recibir 140.000 millones de euros con los que se intentará recuperar el empleo perdido y parar la sangría económica que el país, como todos los de la zona euro, está sufriendo ante las restricciones decretadas para tratar de frenar el avance de la pandemia. El acto contó con la presencia del presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, y la habitual representación de las élites empresariales aragonesas. 50 personas en total en un acto en el que más allá de la puesta en escena, pocas novedades se dieron a conocer. De hecho, resulta oportuno reflexionar sobre la conveniencia de la celebración de este tipo de actos que moviliza a un buen número de personas en un momento en el que hay férreas limitaciones de movilidad y contacto social, y si bien se mantienen las normas de seguridad, cualquier riesgo que se minimice también desde los poderes públicos que piden responsabilidad a la ciudadanía es conveniente. Y más cuando el acto fue una mera exposición sin debate y con la prensa en una sala independiente sin acceso a preguntas, una mala costumbre cada vez más instaurada en actos de este tipo.

Más allá de esta consideración, el presidente del Gobierno de España destacó que Aragón debe ser capaz de liderar la transición ecológica y los proyectos de economía verde que son el futuro del desarrollo sostenible y sostenido en el mundo occidental. Solo desde criterios económicos que tengan en cuenta las energías limpias y el respeto al medioambiente se podrá salir más fortalecido. El presidente aragonés cogió el guante ante un compromiso en el que Aragón lleva años trabajando, y en el que entre otras potencialidades figura la implantación del coche eléctrico en la planta de PSA_en Figueruelas.

Tanto Sánchez como Lambán mostraron su confianza en unos fondos que deben ser el motor de la creación de empleo. Habrá que ver el desarrollo de los proyectos que se beneficiarán de estos fondos, que hasta ahora parece que están destinados a los grandes grupos empresariales. Eso está bien, pero se generan dudas si el impacto del dinero que llegue servirá para atender las graves necesidades que tienen muchos pequeños autónomos y pequeñas empresas que viven asfixiadas y atraviesan ahora mismo más penurias que las grandes compañías, con más fortaleza para resistir en un momento tan crítico. En cualquier caso, las expectativas son muy altas y hay que confiar en que se cumplan.