Ha costado, ha habido que reclamar reiteradas veces en sede judicial pero por fin se ha facilitado el expediente por el cual se concedió la medalla del mérito policial a la Virgen del Santísimo Amor. Una vez conocido, hemos pasado de la indignación por la tardanza en facilitarlo a la estupefacción por su contenido. Pasmaos es el estado anímico que nos ha dejado. Ya no se oculta, no tiene ningún pudor el piadoso ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, en remontarse a 1938 --han leído bien ¡1938!-- para justificar sus actos en busca de aplacar su conciencia y dar rienda suelta a sus creencias. Utiliza el ministerio, en el expediente de concesión de la medalla, actos llevados a cabo por un golpista, que en la fecha mencionada ni tan siquiera era Gobierno reconocido por ninguna potencia extranjera, si exceptuamos las hordas fascistas alemanas, y las no menos hordas y no menos fascistas italianas. Incardinada en esas fechas tiene lugar, entre otros, el nombramiento de un Cuerpo de Investigación y Vigilancia (predecesor del cuerpo de Policía actual) como Hermano Mayor de una Cofradía de advocación mariana.

El ministerio que dirige Fernández, se acoge a esta parte sucia de la historia de España para fundamentar la concesión de la condecoración. Se quita la careta y se lanza al monte, ya no es necesario elucubrar, como dice el Evangelio, del que el ministro es tan fiel seguidor. El acto es claro y diáfano, me cuesta trabajo imaginar al tribunal u organismo que dictaminó sobre la idoneidad de la concesión de la distinción sumergiéndose en la más indecente y oscura historia española reciente para encontrar argumentos jurídicos que sustentaran la concesión. Después de rebuscar encontraron su tesoro en el nacionalcatolicismo español. ¿Dónde si no? Es lo lógico con un ministro completamente moderado y de centro. Del centro equidistante entre la extrema derecha y la derecha extrema.

El instructor del expediente ruega piadosamente y pide que la virgen guíe a los miembros del cuerpo de Policía en el desempeño de su cometido. Por eso la distinción medallil, en justo pago por la sabia dirección virginal. Aduce el expediente a la estrecha colaboración entre la cofradía y la policía. !Porque la cofradía libera un preso en Semana Santa! Eso en todo caso es desacuerdo. La policía los detiene, los jueces los condenan y la cofradía intercede para su liberación, ¿con quien colabora la virgen? ¿Con la Policía o con los cacos? De chiste.

Ahora que han saltado a la luz pública casos como Gowex, o Brunete, o las cuentas vigiladas de Valencia, la medalla de la virgen es el remate de nuestra seria credibilidad internacional. El responsable del gremio no dota a las fuerzas de orden público de medios técnicos y humanos para el mantenimiento de la legalidad, no exige preparación para dirigir las operaciones. Lo fía todo a un milagrico de la señora.

Por si le falla esta piadosa solución para suplir las carencias técnico policiales de la madre de Dios, nos intenta sorprender con una ley calla bocas, también conocida como ley mordaza. Tiene la sala un bochorno universal garantizado. La vista será un absurdo internacional. No le importa a Fernández, convencido como está que España es su gran finca, ha decidido poner capillitas donde le da la real gana y Rajoy se lo permite. Socio de MHUEL