No parece mediados de agosto el mejor momento para sacar a concurso el proyecto para construir miles de pisos al calor de la Expo del 2008. Esa estivalidad de la convocatoria tiene cierto aire clandestino y aún resulta más sospechoso que en vez de proponer las ochocientos cincuenta viviendas previstas inicialmente se propongan más de dos mil. Que la Exposición Internacional habrá de tener una vertiente inmobiliaria parece lógico, puesto que el certamen no deja de ser una gran operación urbanística, pero que se aproveche la ocasión para propiciar recalificaciones a mansalva (aunque sea en suelo municipal) resulta chocante. Y más aún cuando las operaciones se están poniendo en marcha sin que en realidad sepamos si finalmente habrá Expo o no.

Es obligado pedir una vez más transparencia. Zaragoza está creciendo en un proceso acelerado que expande la ciudad más allá de toda previsión desbordando alegremente el recientemente aprobado Plan General de Ordenación Urbana. El Ayuntamiento debería explicar con claridad qué acciones prevé e intentar recuperar un mínimo orden en este proceso de recalificación de suelos que parece no tener fin. Y agosto no es el mejor momento para ello.