Tras caer de forma considerable en bolsa durante esta semana el consejo de administración del Banco Sabadell tomó ayer la decisión de trasladar su sede social a Alicante, en un movimiento que la entidad financiera atribuye al momento de incertidumbre política que se vive en Cataluña por la gravísima incertidumbre soberanista. La decisión del Sabadell llega después de que otra empresa, como la distribuidora de material odontológico Proclínic, decidiese llevarse su domicilio social de Hospitalet a Zaragoza. Y no estamos ante hechos aislados. Esta misma mañana, el consejo de administración de CaixaBank se reúne para decidir el cambio de sede ante la posibilidad de una declaración unilateral de independencia (DUI). También hoy el consejo de ministros estudiará aprobar un decreto ley que haría posible la salida exprés de empresas de Cataluña sin necesidad de que organicen una junta de accionistas, una fórmula con la que el Ejecutivo busca preservar la estabilidad del sistema financiero y demuestra el impacto que tiene sobre las empresas la crisis de Estado. La caída en bolsa que sufren otras entidades bancarias y empresas catalanas explica esta decisión, porque hablar ahora de que los bancos que se mantuvieran en Cataluña perderán el paraguas del Banco Central Europeo es ciertamente muy prematuro. A efectos prácticos, la decisión de trasladar la sede (si no va acompaña de desinversiones) tiene consecuencias fiscales, pero sobre todo supone la plasmación de la onerosa factura económica de la independencia.

El mensaje que envían los bancos y las empresas puede hacer que aumente el castigo bursátil hacia otras entidades y crea una sensación de gran intraquilidad entre los españoles. Razones imperiosas para poner fin a la inestabilidad y tranquilizar a mercados y ahorradores. No solo están en juego la convivencia y el autogobierno de Cataluña, sino también la economía en un momento en que el Estado en su conjunto aún no se ha recuperado de la dura crisis. Era de ilusos o de irresponsables pretender (como aún hacía ayer el consejero de Economía, Oriol Junqueras) que la inestabilidad política no afectara a la economía. El Sabadell y Proclínic no serán los últimos que prefieran deslocalizarse para no arriesgarse a la arbitrariedad legal. Lo impensable está sucediendo. La última línea de la factura del independentismo no está aún escrita.