La gente está desquiciada. Ha ocurrido en Pastriz pero la noticia podría haberse producido en cualquier rincón de la desahuciada geografía española, en el paisaje más profundo y árido de la crisis económica que desola la moral y la razón de buenos, malos, peores y entidades financieras. El hombre sufre problemas mentales que podrían reducir o incluso anular el castigo en un futuro juicio, pero ayer dirigió su ira hacia un punto muy concreto que no necesita de GPS, hacia un lugar común del odio de todo ser humano en perfecto estado de revisión cerebral: un banco.

Juan Carlos se fue a una gasolinera, compró dos garrafas y entró en la sucursal de una caja

de ahorros, donde roció con el combustible a uno de los trabajadores. La cerilla que lanzó a

los pies de su víctima no prendió fuego. Su versión es que el tipo de la ventanilla le había

estafado en un tema relacionado con seguros. Según están los tiempos, es como para creerle a

ciegas. Por fortuna para el empleado, no habrá que comprobar si la empresa le tenía cubierto

contra incendios rituales.

Ni en la película ni en la minisrie que ahora se emite podrían encontrar los hermanos Coen

un capítulo tan perfecto para Fargo, una obra cumbre de la realidad-ficción donde se viaja

de la cordura a la demencia por la autopista de la rutina. Lo cotidiano alimenta la

frustración, que finalmente es devorada por el esperpento y la violencia. Lo que antes eran

personas entrañables que se reconocían y saludaban por las calles de la ciudad se convierten en monstruos a toda máquina.

La hoguera del mal no alumbra por sí sola las sombras del corazón. Es necesario echarle mucha madera si no toda. Quizás lo acaecido en Pastriz corresponda a un hecho aislado de la página de sucesos, pero un hombre fuera de sus cabales caminando con la mirada fija en un banquero como representación física de la mentira... Produce escalofríos comprobar que el infierno es de carne y hueso, del material de los inocentes, de quienes nunca participan en el guión salvo para ser pasto de los culpables.