El candidato socialista Miquel Iceta dio el golpe en el mitin del PSOE en Barcelona al pedir el voto para la izquierda y contra la derecha reaccionaria «entre otras cosas, y barriendo para casa, porque no quiero volver al armario».

Con esta plástica frase, Iceta pretendía advertir del recorte de libertades que se nos puede venir encima a los españoles si Vox consigue suficiente fuerza parlamentaria como para influir en un futuro gobierno.

La casi completa normalización de las diferencias sexuales ha sido sin duda, o está siendo, pues quedan aún prejuicios y flecos, una conquista de la sociedad española. Sea cual sea la orientación sexual de cada cual, los españoles/as no deberían sufrir hoy traba, trama, drama ni trauma alguno por su condición de homosexuales, lesbianas o bisexuales. La transexualidad se ha puesto sobre el tapete y está en proceso de integración. El resto de peculiaridades de género que hasta hace poco se calificaban como anomalías, enfermedades o monstruosidades, está asimismo en vías de integración, por mucho que la España de orden y su Iglesia se empeñen en satanizarlas.

Normalización, integración que descansa sobre los principios individuales de libertad recogidos en la Constitución.

Como el de la libertad de expresión, también en riesgo si de Vox llegara a depender. La selección de cabeceras y el anuncio de cierres presentan a Santiago Abascal como lo que realmente es: un fascista. Su pretendida recuperación de una España que solo existió con el general Franco puede engañar a algunos, o a muchos, en especial, dolorosamente, a los más jóvenes y menos informados, pero hay que saber, y temer, lo que pasará si alguna vez gobierna: que muchos derechos individuales y colectivos, todas las autonomías, los medios libres de comunicación, ecologistas, gays, movimientos alternativos y minorías volverán a aquel armario irrespirable y lóbrego, parecido a un calabozo, donde los sepultaron la Policía y los gobernadores de la dictadura.

Esa España de Abascal, de Torquemada, Menéndez Pelayo, Primo de Rivera y Millán Astray quiere meterse en las urnas para meter en los armarios a todo el que se les insolente. Peligro.