La mayoría de las familias de las víctimas del Yakolev están dispuestas a trasladarse a Turquía para someterse a las pruebas de ADN y cotejarlo con el de los fallecidos. Es la única forma de garantizar que sus muertos son los que enterraron y no otros. El Ministerio de Justicia turco, la Fiscalía y el Instituto de Toxicología de Estambul no han puesto ningún inconveniente para la realización de los test, de forma que, una vez superadas todas las trabas, sólo hace falta fijar la fecha para cerrar este doloroso proceso. Las víctimas del Yak deben descansar en paz y sus familiares deben recuperar la calma, en la medida que les sea posible.