Las personas no se alteran por los hechos, sino por lo que piensan acerca de los hechos. Esta afirmación, que tiene dos mil años, es del filósofo estoico Epicteto. Sustenta la base de una psicoterapia que desarrolló el psicólogo norteamericano Albert Ellis. La denominó terapia racional emotiva conductual (TREC). De forma sencilla esta técnica cognitiva pretende que seamos conscientes de la irracionalidad del pensamiento humano para superar así los sucesos dolorosos de nuestra vida cotidiana. Las tres principales creencias irracionales de los humanos serían las siguientes: a) debemos hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los otros, b) los demás deben actuar de forma considerada y justa y c) la vida debe ofrecerme las condiciones para que pueda conseguir lo que quiero. Un análisis irracional de un problema nos llevará a un trastorno. Por ejemplo en una ruptura. Me han abandonado, soy una persona derrotada, luego me deprimo. Aquí es donde intervenimos profesionalmente para reconvertir ese análisis irracional con una terapia racional cognitiva.

Una creencia implica un estado mental por el que una persona da como cierto un conocimiento o una experiencia acerca de otros sucesos, individuos o cosas. Afectan a multitud de ámbitos sociales, científicos, históricos, etc. Las creencias son irracionales. Ya sean ideas, prejuicios o religiones. Partiendo de esa base, un acercamiento cognitivo para mejorar la salud mental implica que debemos intervenir para reconvertir creencias irracionales en racionales o, al menos, ayudar a las personas a descubrir la irracionalidad de sus pensamientos para corregir sus consecuencias en el comportamiento. Por desgracia impera más en nuestra conducta la fe que la razón. Sustituimos así la filosofía por la felosofía como sistema de razonamiento para pensar,

Las creencias irracionales son muy habituales en la política. Aunque suelen perder contundencia. Las posiciones extremistas, normalmente ideológicas y religiosas, «creen en». Mientras que ponemos algo de racionalidad sustituyendo los términos por «creo que». El cambio de significado es abismal y no proviene del verbo. Consumada la indeseada repetición electoral la izquierda ha pasado, en horas, del enfado abstencionista a la expectación optimista. Creo que Errejón ha funcionado como una catarsis, no de la izquierda, sino del propio Podemos. De la misma forma que Íñigo sigue atrapado en su cuerpo de niño, muchos votantes, militantes y dirigentes han estado atrapados en un cuerpo (electoral) que no era el suyo. Por mucho que Pablo Iglesias acuse a sus vecinos de llevar a la realidad una nueva versión de la película La invasión de los ladrones de cuerpos, estamos asistiendo no tanto a una voladura controlada de los morados sino a una verdadera implosión con características de supernova electoral. Casado pide sumar para fortalecer su liderazgo en el PP y Errejón quiere Más País para una nueva izquierda que supere el anguitismo del pasado. Es lo único bueno que tiene la velocidad. Que pasa deprisa hasta el mosqueo del desacuerdo progresista y puede que la cosa se anime en noviembre.

En Aragón, Maru Díaz se alegra de la nueva candidatura que podría restar el escaño de Echenique. Así que debe tener dudas sobre si los suyos son los nuestros. O de si sus compañeras, como Itxaso Cabrera, que estuvieron en la concentración contra la ampliación de Cerler, son de ellos mismos que forman parte del Gobierno de Aragón. Entre tanto Escartín ha aprovechado para intentar rodarle la silla a Echenique con la excusa de un acuerdo con CHA. La llamada operación Echanique. Que no se moleste. La decisión se tomó hace mucho tiempo y no depende de la amplia «simpatía» que suscita don Pablo en Aragón. Tampoco tiene mucha en Madrid, donde le apodan «El negaciador» por su habilidad para desperdiciar gobiernos. Ya advertimos en su día del acuerdo entre CHA y Errejón en estas mismas líneas ¡hace dos meses! (Sánchez en Marigold, publicado el 27 de julio). Por cierto, ¿aprovecharán los de Soro el tirón municipal de Carmelo Asensio para encabezar el Congreso por Zaragoza? Los ecologistas de Equo se divorcian de Podemos. Uralde se queda de semáforo verde con los violetas y la mayoría ecologista pacta con Errejón. Los de Garzón se lamentan cada día del rechazo de Iglesias a los tres ministerios y la vicepresidencia porque ahora creen que no hay escaño para todos. Esa casa es una ruina, creo que podría estar pensando Sánchez. El problema es que las goteras sean tantas que pueda llegar algo de humedad a La Moncloa. Y eso que el CIS de esta semana confirma en el cargo al actual presidente en funciones ¿Ver para creer o creer para ver?

Menos mal que también hay buenas noticias para creer en la izquierda. El dictador Franco, que tal día como hoy fue nombrado jefe de Estado por los sublevados, saldrá a tumba abierta hacia el Pardo. Y eso que la familia alegará ante el Tribunal Constitucional porque cree que se podría vulnerar una «derecha fundamental». Así parece de los silencios y respuestas de Casado, Rivera y Abascal. Solo falta esquivar a Justy, el juez diabólico.

En Estados Unidos creen que Trump ha traicionado no solo a la verdad, al buen gusto y a su pelo, sino también a su país, por lo que comienza el proceso de su destitución. Y el Tribunal Supremo de Gran Bretaña no cree a Johnson y le obliga a abrir el Parlamento que cerró a lo bruto. Creo que también ha sido una buena semana para la lucha, que protagonizan los jóvenes, contra el cambio climático ¿Verdad que hay motivos para creer? Si es que, al final, todos debemos creer en algo. Yo, por ejemplo, después de escribir esto, creo que me voy a dar una vuelta.