Decía Janan Ganesh que, como viajar será ahora más difícil y tedioso, quizá volvamos a buscar en la literatura la posibilidad de ir a otros lugares: nos apetecerá más la aventura que la introspección, el viaje que el examen, Conrad que Proust.

Al leer Os contaré la verdad, de Fernando Sanmartín, pensé que le daría algún problema clasificatorio a Ganesh. Sanmartín es un escritor de viajes y de introspección: por ejemplo, en Apuntes de París o Ciudades que se posan como pájaros. Pero también consigue camuflar en forma de diario relatos de aventuras, como ocurre con Notas sobre Zaragoza del capitán Marlow.

Su segunda novela, Os contaré la verdad, que tiene una bella portada de Jesús Cisneros y que como los títulos anteriores publica la editorial Xordica, a veces hace pensar en una película de Rohmer. Transcurre en París y cuenta la historia de Thérèse, una parisina nieta de un exiliado español. Hija del matrimonio roto de un actor y una agente inmobiliaria, trabaja en una galería y tiene un novio estable, con planes de futuro aparentemente sensatos. Conoce a otro tipo y empieza una relación paralela con él. Le gustan los dos y no sabe si debe decírselo, ni a quién prefiere. El conflicto es clásico, pero en el libro no es exactamente un conflicto. No es una encrucijada trágica y ni siquiera muy angustiosa. Parece un problema de gestión; su ligereza puede recordar a Milan Kundera, que ha situado algunas de sus obras lúdicas en París. Los dos amantes aparecen deliberadamente desdibujados, filtrados, y eso es parte del encanto. También los hace dobles. La novela, delicada y precisa, tiene algo de historia de citas y encuentros: encuentros azarosos y decisivos, reuniones que se posponen una y otra vez como en un sueño.

Al igual que en otros libros del autor, hay un culturalismo fetichista y creíble; un sentido del humor de impasibilidad busterkeatoniana; la fe en la capacidad reveladora del detalle excéntrico y la convicción de que lo cotidiano es una cosa muy rara; una mirada singular que produce frases e imágenes aforísticas. «La timidez es un misterio que termina desvelándose»; «elegir un helado es conocer un placer antiguo»; «algunos hombres hablan de su niñez como de una deuda bancaria»; «las gabarras navegan por el Sena como manadas de hipopótamos». Esas comparaciones no solo buscan una definición: llevan el libro hacia otros lugares, establecen conexiones inesperadas, incorporan posibilidades narrativas. Os contaré la verdad es una novela de acción mental. El género preferido de Sanmartín es el que inventó Fernando Trueba bromeando con Jeff Goldblum: el intimismo épico.

@gascondaniel