El Gobierno aragonés ha decidido rescindir los contratos de construcción para las depuradoras del Pirineo. Víctima de su propia desmesura, muchas de ellas sobredimensionadas en sus planteamientos, con dificultades de financiación, la crítica de los propios municipos sobre la tecnología y ubicación de las mismas y un sin fín de dificultades, con modificaciones de las condiciones que resultaban legalmente inviables han acabado por cerrar definitivamente el plan. La propia directora del Instituto Aragonés del Agua lo calificó de dislate. Queda por conocer el futuro de los planes de saneamiento que se están revisando y los costes que pueden generar las medidas adoptadas. Un auténtico fiasco.