Cuán fácil es criticar a la casta, como el señor Iglesias denomina a los partidos políticos tradicionales, y qué fácil es caer en la misma vaina. Poquito tiempo le ha faltado al líder de la formación que sorprendió en las últimas europeas, para dejar ver sus artes oscuras y su apuesta por la política de hechos consumados. Mucho reclamar democracia participativa, y a la primera de cambio, una por detrás a los de su propio partido. Toca elegir el equipo que preparará la asamblea fundacional y definirá la manera de organizarse y de hacer política, y el Mr. Democracia ha decidido de manera unilateral que el proceso de elección del grupo que liderará el proyecto sea de listas cerradas, esto es, los ciudadanos tendrán que otorgar su respaldo a un equipo completo en lugar de elegir por separado a sus integrantes. A la porra el principio de participación, ningún respeto de los plazos (lo anunció dos días antes del encuentro ciudadano que la fuerza celebrará mañana en Madrid con simpatizantes y Círculos Podemos de toda España) y escasísimo margen para presentar alternativas. Como para no levantar suspicacias internas. Ni formas ni tiempos, método de elección obsoleto y nada participativo, precipitación absoluta, y todo en pro de la operatividad. La falta de democracia interna no augura nada bueno por más que las encuestas le concedan un 5,4 al líder populista y aseguren la irrupción de Podemos en el mapa político español como tercera fuerza del país. Menudo fiasco.

Periodista y profesora de universidad