No siempre lo que viene después es un avance y si hoy es después y mañana obligatoriamente ha de volver a serlo, mejor dejar de mirar hacia atrás y hacerlo hacia adelante. Para avanzar. En su dolorosa realidad contemporánea, en la que lleva mal viviendo el tiempo suficiente para haberla asimilado, el Real Zaragoza cerró ayer noche la contratación de Jesús Valentín, central canario de 25 años al que el Huesca ha dejado vía libre para abandonar el equipo. Por lo tanto, un descarte del club altoaragonés. Conducir el debate al terreno de la deshonra para el zaragocismo por el citado hecho (un club históricamente muy superior pescando en uno netamente inferior) y al de las comparaciones entre vecinos es vacuo. Todo lo triste que se quiera, pero insustancial. Las cosas están como están.

La operación hay que circunscribirla en el siguiente terreno: ¿El Zaragoza crece con Jesús Valentín? ¿El traspaso es beneficioso también para el Huesca? Para Agné es una buena incorporación. Mejora a Bagnack y a Popa indudablemente, está listo para debutar, ha sido titular nueve veces esta temporada en un equipo de playoff, juega con agresividad, es joven y polivalente. Para el Real Zaragoza es una operación productiva. Un futbolista necesario y, si mantiene el tono que ha dado como azulgrana, una contratación provechosa.

Para el Huesca lo habrá sido también: los azulgranas cobrarán una cantidad ahora y otra igual más adelante. El club oscense ha entendido que por el dinero que va a recibir le compensaba perder a su tercer central para acometer otras decisiones. Perder para intentar ganar.