La actualidad preelectoral avanza a golpe de titular, todos esperando a ver quién la dice más gorda o (y esta es la última tendencia) quién hace el fichaje más raro. Precisamente sobre eso quería hablar hoy, sobre esta guerra de nombres a colocar en las listas electorales. Generales retirados, toreros, deportistas, ejecutivos agresivos… Y yo me pregunto: de todos los que saltan a los medios, presentados entre aplausos por el líder político correspondiente, ¿cuántos están en disposición de hacer un trabajo serio por la sociedad? Creo que nos estamos ofuscando con el cachondeo (en unos casos) o con la indignación (en otros), pero no nos hacemos la pregunta capital. Que es que estas personas, a partir de ahora conocidos como Los Rutilantes Fichajes, van a ser nuestros representantes en el Congreso de los Diputados, y van a gobernar, en nuestro nombre, este país. Ojo, que esto no es cosa de tomarse a risa. Este debate se ha planteado ya, aunque con otro matiz, con la cuestión de listas abiertas o cerradas. O sea, ¿tenemos que votar el pack entero, cuando hay producto de primera, de marca blanca y caducado? Pues esa pregunta, que ya me tenía preocupada, ahora no es siquiera la principal. Ahora me preocupa más saber, de entre todas las estrellas mediáticas que vamos conociendo día a día, cuántas están comprometidas con el servicio público, y si entienden la labor que les espera. Si saben que van a dedicarse a servir, no a figurar. Y, sobre todo, si están preparadas para ello. Y por lo demás, que Dios reparta suerte.

*Periodista