Es la mejor noticia que he leído en mucho tiempo: La Filosofía vuelve a clase como asignatura obligatoria en el bachillerato. Abandona su destierro. Ese destierro vergonzante al que fue empujada en 2013 por el entonces ministro Wert con su nefasta ley impronunciable. La reparación de una injusticia moral y educativa ocurrió hace unos días en la Comisión de Educación del Congreso al aprobar ¡por unanimidad! que la Filosofía regrese con honores.

Todos los partidos apoyaron una iniciativa de Podemos para que se curse Ética en la ESO e Historia de la Filosofía en bachillerato. Un pacto muy relevante que consigue por primera vez que PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos voten juntos y de acuerdo para sacar la Filosofía de la cueva del olvido donde la relegaron por peligrosa. Sí, sí peligrosa, porque como dice el presidente de la Asociación de Profesores de Filosofía de Madrid, Enrique Mesa, esta materia enseña a desarrollar «un pensamiento crítico y una autonomía del individuo». Y ser críticos con el sistema, poner peros a las afirmaciones vacías de contenido, hacerse preguntas difíciles sobre cómo debemos vivir, o cuestionar al poder, son cosas que no gustan a los gobiernos que solo practican la uniformidad del pensamiento único. Por eso ese ministro de Cultura dañino para la democracia la echó de clase. «Platón, expulsado del aula», titulaba con mucho ingenio un medio de comunicación por aquel entonces.

La Filosofía y la Democracia nacieron juntas, aunque hayan querido separarlas en beneficio propio para tener ciudadanos planos, anestesiados y autómatas de la economía de mercado, que es al parecer la única ciencia que manda, mueve los hilos del poder y marca las reglas de la sociedad. Claro que está muy bien insistir en la preparación de los jóvenes para el mercado laboral pero también es necesario que tengan una formación imprescindible para construir una sociedad reflexiva, abierta, que huya de los dogmatismos, los totalitarismos y los simplismos, tan en boga hoy en día en cuanto algún que otro político abre la boca.

Me remito como resumen de mi entusiasmo al saber que la Filosofía entra de nuevo en el aula a las palabras de Emilio Lledó al conocer la noticia: «¡Qué alegría, qué alegría, no me lo puedo creer! ¡Con lo que he luchado yo porque cambiase esa ley! Es absolutamente necesario que la filosofía se convierta para los chicos en una mirada y una reflexión sobre el mundo o la palabra». Por eso es fundamental enseñar a nuestros jóvenes a criticar, a argumentar, a buscar «peros» y debatir con el otro con inteligencia y sabiduría. Porque con la sobrecarga de información que vivimos en la era digital, la esfera pública se ha reducido a las redes sociales, a los likes, a los emoticonos que expresan una emoción, a los algoritmos que deciden.

Incluso se hacen declaraciones públicas en un tuit de 280 caracteres. Y eso que la síntesis de una idea en un tuit ya es un valor añadido de velocidad intelectual. ¡Bienvenida seas!

*Periodista y escritora