La factoría de Opel en Figueruelas tiene ya nuevo convenio, el que regirá las relaciones laborales en la planta durante los próximos cinco años. El acuerdo alcanzado en la tarde-noche del lunes entre la dirección de PSA (la nueva propietaria de la compañía) y la mayoría de la representación sindical (UGT, CCOO y Acumagme) fue ratificado en referéndum por la totalidad de la plantilla (votaron 4.959 trabajadores; 2.897 lo hicieron a favor del acuerdo y 2.008 en contra, de acuerdo en ese caso con los sindicatos críticos: CGT y OSTA). De esta forma vuelve la paz social a la planta, continuará montándose el Corsa y se abren puertas a nuevas inversiones y al aumento de la producción.

Es lógico que ayer un suspiro de alivio recorriese Aragón entero, desde los despachos del Pignatelli hasta los talleres de las empresas auxiliares de Opel, donde 5.000 empleos estaban en la cuerda floja. La negociación de este convenio ha dado lugar al momento más tenso e incierto jamás vivido en Figueruelas, y ha puesto de manifiesto que la fábrica y su entorno industrial siguen siendo parte importante de la economía aragonesa. Su eventual desmantelamiento representaría una catástrofe para Zaragoza y el resto de la comunidad.

Políticos, empresarios, trabajadores afectados directa o indirectamente... todos han seguido las conversaciones entre la cúpula de PSA-Opel y los representantes de la plantilla de Figueruelas con una mezcla de aprensión y esperanza. Todos han celebrado el feliz desenlace. A nadie se le oculta, sin embargo, que para lograrlo ha sido necesario que los sindicatos (cuya función ha sido, una vez más, decisiva) y el conjunto de los empleados hicieran importantes concesiones. A partir de ahora, a la relativa pérdida de poder adquisitivo (que por suerte será muy inferior a la que pretendía la empresa) habrá que sumar la llegada del contrato a tiempo parcial, con todo lo que ello supone.

Es este un momento para felicitarse, pero también para reflexionar sobre el fracaso de Aragón a la hora de diversificar de verdad su economía productiva. Ahora se abre un nuevo periodo de actividad en las líneas de producción de Opel, y caben pocas dudas sobre la eficacia y eficiencia de las mismas. Pero el largo plazo solo quedará asegurado si llegan los modelos del futuro, los híbridos, el coche eléctrico. Habrá que esforzarse para lograrlo. Y el reto atañe a todos los actores económicos e institucionales. Hay mucho en juego.