La presidenta del PP aragonés y de la DGA, Luisa Fernanda Rudi, tiene que estar saturada de los continuos devaneos trasvasistas de sus correligionarios. La última dirigente popular que ha rescatado el fantasma del Ebro ha sido nada menos que la secretaria general, María Dolores de Cospedal, en un mensaje hacia su electorado castellano-manchego después de haber concedido un acuerdo muy ventajoso para el Levante con el trasvase Tajo-Segura. Hará bien la presidenta de Aragón no solo emitiendo un comunicado rechazando sus palabras, sino expresando el rechazo personal y públicamente. El Ebro es un símbolo que une a los aragoneses de tal modo que la mínima tibieza en su defensa es penalizada con repudio, como comprobó Rudi en sus propias carnes cuando presidía el Congreso que validó el PHN de Aznar.