¿Tiene algún sentido mantener el teatro Fleta cuando no queda ni rastro de aquel edificio catalogado de Interés Arquitectónico? Esta condición --municipal-- fue la que lo salvó de la piqueta en 1986, cuando la propiedad quiso derribarlo para construir pisos y Bellas Artes paralizó la demolición. Años más tarde, cuando una sentencia del Supremo dio la razón a la propiedad, la dirección de Patrimonio de la DGA volvió a prohibir la descatalogación con el fin de conservar el interesante teatro que construyó Yarza en 1955. El Gobierno de Lanzuela, con la oposición del PSOE, IU y CHA, lo compró por 1.170 millones con la intención de invertir cuanto fuera necesario en su rehabilitación, y el Gobierno de Iglesias recogió el testigo con idéntica pretensión. Entre todas las administraciones lo han mantenido en pie hasta dejarlo ahora con el esqueleto al raso. Así estará durante seis meses, hasta ver qué se puede hacer en el solar.