Estaba claro que saliera lo que saliera del acuerdo entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) sería una pésima noticia para Europa más allá de que lo sea también para los italianos, los que les han votado y los que no, indignados y hartos de la politiquería al uso que ha llevado al país a un callejón político y económico con escasa salida. Dos partidos que han nacido, crecido y triunfado en las urnas gracias a su antieuropeísmo militante y al rechazo frontal a la inmigración no podían no centrar su contrato para gobernar Italia en ambos aspectos. Y eso es lo que han hecho aunque tras un primer borrador alarmante maquillaran sus propuestas. El pacto, por ejemplo, propone volver a la Europa pre-Maastricht, es decir, a la Europa anterior a uno de los tratados fundacionales de la actual Unión Europea. Y en el terreno de la inmigración propone las repatriaciones masivas.

El resto de medidas suscitan muchos interrogantes. En el mejor estilo de las políticas de derechas proponen una bajada de impuestos para todas las rentas y una serie de medidas sin base financiera, lo que el todavía primer ministro Paolo Gentolini ha definido como una política de deuda y déficit. Tales noticias han despertado la alarma de los mercados haciendo que la prima de riesgo subiera, recordando así el motivo por el que Silvio Berlusconi tuvo que abandonar la presidencia del Ejecutivo en el 2011 y le sucediera el gobierno técnico de Mario Monti.

Sin embargo, el Berlusconi denostado entonces aparece hoy como el colmo de la sensatez ante un programa de Gobierno que quiere encarrilar a Italia por un sendero desconocido, antiestablishment y euroescéptico. El liguista Matteo Salvini ha impuesto su programa pese al 17% de los votos logrados en las elecciones, frente al M5S que se alzó con el 33%. Berlusconi, rehabilitado políticamente, ya se ha ofrecido para lo que convenga disparando verbalmente tanto contra Salvini como el grillino Luigi Di Maio. La larga gestación del Gobierno no está acabada. Todavía puede descarrilar. Son los afiliados de ambas formaciones coaligadas las que ahora deben dar su voto al programa. Aunque no se esperan sorpresas, una cuestión no menor sigue abierta y es la persona que presida el Gobierno. De aquí al lunes, cuando el presidente de la República Sergio Mattarella reciba a los firmantes del acuerdo de Gobierno todavía puede haber algún traspiés.