Las habilidades sociales son las herramientas para el bricolaje de nuestro comportamiento. Todos las tenemos en mayor o menor medida. Se pueden y deben aprender, desde pequeños, y ejercitar en la vida diaria. Solo que algunos seguimos sin tener ni 'Ikea' de montar algunos muebles impronunciables de nuestras relaciones.

En psicología hacemos alusión a estas habilidades en el sentido de competencias sociales. Es decir, son el conjunto de conductas que nos permiten relacionarnos con los demás, de manera satisfactoria, en cualquier ambiente en el que nos encontremos, ya sea familiar, laboral o social. Vamos, a ser y parecer simpáticos, empáticos y con atractivo comunitario. Los niños con trastornos del espectro autista (TEA) tienen una especial dificultad para desarrollar habilidades sociales.

Estos trastornos son de origen neurobiológico, se inician en la infancia y afectan a la comunicación y la conducta, con presencia de comportamientos e intereses repetitivos y restringidos. La detección precoz y el apoyo de profesionales especializados en su atención educativa específica, son elementos esenciales para abordar este complejo y variado trastorno.

Los humanos tenemos una habilidad social que consiste en hacer del egoísmo una forma de relación. Los animales inventaron la simbiosis, como supervivencia, para compartir intereses. Llamamos sinergia, o 'coworking', a lo que toda la vida ha sido alquilar una habitación con derecho a cocina. No hay como utilizar tecnicismos para disimular la pobreza clásica.

El egoísmo debería ser un factor de antipatía y de rechazo social. Sin embargo, el comportamiento mayoritario de tanto onanista del ego está reconvirtiendo un defecto en una necesidad de convivencia. Es lo que tiene la competitividad con los demás. Al final se convierte en una lucha contra uno mismo. Así la mejor habilidad social es la de ser como quiere que seamos esa misma sociedad, y no como nos gustaría ser a nosotros. Una pena.

Las habilidades en política también van a rebufo de una mayoría que alimentan sus protagonistas. Si el clima habitual es de crispación vomitiva, lo normal es que se condense una atmósfera fétida. Los populares tienen una habitación en la política española con derecho a 'kitchen'.

El juez imputa al exministro Fernández Díaz. Su ángel de la guarda debe estar confinado. O se ha pasado al lado oscuro. Y no se quejen, que la Guardia Civil es poco neutral para rotular operativos. Si son los de la derecha los diseña de cocina inglesa estilo barrio de Salamanca. Pero si afectan a los independentistas catalanes, le llamamos operación Judas. Igual se refieren a Judas Tadeo. Ese santo católico, abogado de causas imposibles, que se celebra el 28 de octubre, en conmemoración de la victoria socialista de 1982. Se descubre en Venus gas fosfano, que podría sugerir vida, y resulta que huele igual que la corrupción del PP. Lógico, tanto ese gas como los dirigentes de esta trama son políticos gaseosos, incoloros, inflamables y huelen a ajo. Ya lo dice el refrán: «Quien en cloacas se mete, venusiano se levanta».

Otro que cada día tiene menos habilidades sociales es 'Kim' Torra. Le van a inhabilitar por torpe. Se quería hacer la PCR del virus y terminó haciéndose un CDR y la ha liado amarilla. Mientras, el CIS dice que Sánchez sigue al mando y la coalición de izquierdas es más fiable que la temeridad de las derechas. Los naranjas casi empatan con los ultras y Casado se esbafa cada vez que habla o salen en la crónica de tribunales. En Madrid, Ayuso aboca a la comunidad a un 155 sanitario. Pide socorro rojo a Sánchez para verse de cara en Sol. Toda una contradicción. Del «no pasarán» llegamos al «entren hasta la kitchen y nos salven». La moción de censura a la presidenta madrileña es imprescindible. Ahora bien, la puede ganar el virus o la oposición. Elijan, Ciudadanos.

Despedimos a Carbonell. Teruel ha sido y será, antes de existir, gracias a gente como Joaquín. El Bajo Aragón le debe un reconocimiento, que no acabó de fraguar en vida. El 'somardismo' tiene esa carencia. Dejamos caer demasiadas cosas y recogemos muy pocas.

El sector del espectáculo está en alerta roja. Vivir con salud y trabajo requiere disfrutar de la música. Nos necesitan y les necesitamos. Las alternativas al aire libre son seguras y funcionan. Que suene lo público también ahí. En Zaragoza, Azcón no está contento con la rectificación de Hacienda para que los ayuntamientos dispongan de su superávit.

Había encontrado un hueco nacional para sus intereses y quería seguir hincando colmillo mediático. Como buen escualo popular huele como nadie la sangre política. El muy insaciable había metido un gol en la portería del PSOE para no revisar las reminiscencias franquistas del callejero. Pero el tanto está en revisión del VAR (Validez de Aceptación Roja). Es curioso que, la misma semana, la Diputación de Huesca del socialista Miguel Gracia, conceda 124.000 euros de ayudas para difundir el legado republicano en el Alto Aragón, y sus colegas de Zaragoza se pongan exquisitos ante un informe discutible.

Un poquito más de coordinación en la izquierda vendría bien para conseguir un frente común que sume más que los populares y los ultras de la caverna. Solo así podremos sanear una política en la que sobran todavía muchos fosfanos y menganos.