En la política española, las alianzas no funcionan desde el punto de vista electoral. Acabamos de verlo en el País Vasco, donde la candidatura conjunta PP-Cs se ha saldado con fracaso. El candidato, Carlos Iturgaiz, ligado a la época y memoria de Mayor Oreja, no ha ayudado mucho. En cambio, el triunfal Feijóo lo ha sido en Galicia por, entre otras cosas, haberse negado a comparecer ante el veredicto de las urnas con los Ciudadanos de Inés Arrimadas. Al otrolado, el pupurrí de Echenique a base de mareas, confluencias y corrientes ha confluido en una mareante riada de desinformación, sin que muchos de sus propios votantes supiesen si estaban votando comunista, ecologista, anticapitalista, social o latinoché. La nueva imagen de Pablo Iglesias, con sus trajes, residencias y coches oficiales, tampoco ha colaborado a extender el espíritu de un Podemos que, según Errejón, ya no existe.

Precisamente Chunta Aragonesista eligió en las últimas elecciones autonómicas aragonesas ir con el partido de Errejón,

Los socialistas han sido poco proclives a alianzas gubernamentales.

Más País, saldándose aquel experimento, que en principio tenía los elementos de una certera fórmula, con un inesperado fracaso. Al PAR de Aliaga tampoco le han ido bien las alianzas electorales con el PP, probablemente uno de los elementos que ha contribuido a su declive, amén del cuántico principio de que el pez gordo se come al chico. El resurgimiento de los partidos nacionalistas, como acaba de evidenciar el BNG en Galicia, parece exigir una total claridad e independencia de sus siglas, a fin de que su votante potencial no crea detectar contaminaciones en su ideología o programa.

Los socialistas, históricamente, han sido poco proclives a alianzas gubernamentales o electorales. La única vez que comparecieron en unas generales con Izquierda Unida pincharon. Tampoco, a nivel de la autonomía andaluza, resistió la tensión el pacto entre los socialistas de Susana Díaz y los comunistas. La apuesta de Pedro Sánchez al incorporar a UP a su Gobierno acaba de perder su primera mano en las rondas vasca y gallega. Falta mucho para ver si el electorado de unas generales los respalda o no. De momento, las encuestas les son favorables.

De todo se aprende.