Los resultados del referendo para facilitar la reunificación de Chipre constituyen un fracaso para la ONU, la Unión Europea y EEUU. El rechazo grecochipriota al plan de Kofi Annan mantiene enquistado el conflicto que acarreó la invasión turca de la isla hace 30 años y evita que caiga el último muro de Europa, que, como todos, alimenta el recelo entre los separados. La actitud grecochipriota, una comunidad próspera, no está exenta de cálculos egoístas y reservas mentales respecto del enemigo tradicional. Y diluye el sueño de los turcochipriotas, hundidos en el subdesarrollo y no reconocidos internacionalmente, de un inmediato futuro mejor dentro de la UE pese a que ellos apoyaron en las urnas el plan de reunificación.

Al margen del acierto del acuerdo sometido a referendo en las dos comunidades, la ONU, la UE y Estados Unidos se encuentran ahora con un fiasco derivado de su incapacidad para resolver el conflicto. Pero no es menos cierto que los grecochipriotas jugaron tramposamente al lograr que no se vinculara su próximo ingreso en la Unión a la reunificación de Chipre, lo que plantea la insólita situación de que Europa tendrá un nuevo socio que es sólo poco más de media isla.