El Partido Popular está celebrando sus congresos regionales en un ambiente muy enrarecido; a golpes acabaron ayer sus militantes en Elche. La anunciada renovación no aparece por ningún sitio, y da la impresión de que es un infiltrado socialista quien diseña su estrategia. El señor Rajoy, que parecía sensato y prudente, ha perdido las amables maneras y composturas que se le suponían. Parece muy nervioso ante el cariz de los acontecimientos, con un presidente del Gobierno firme en sus convicciones pacifistas, bien valorado por la opinión pública y ganando día a día talla de estadista. El gran error del PP es que no se ha renovado; siguen ahí, dirigiendo a la derecha española, quienes fracasaron el 14 de mayo, quienes no se enteraron de lo que estaba pasando ante sus narices y quienes trataron de engañar y confundir al pueblo español. Los voceros populares mantienen que perdieron las elecciones a causa del terrible atentado de Madrid; se equivocan, las perdieron porque mintieron intentando ocultar su ineficacia. A la vista de los resultados congresuales, el PP ha perdido una gran oportunidad para renovarse, y eso significa que, si no meten la pata como hizo el pasado domingo el delegado del Gobierno en Aragón permitiendo las tropelías de los violentos, tendremos socialistas para rato. Y mientras esto pasa en el resto de España, don Marcelino Iglesias observa el patio político aragonés y sonríe; con semejante paisaje tiene garantizada la presidencia de la DGA, si los demás no espabilan, mientras se lo proponga.

*Profesor de Universidad y escritor