Las últimas encuestas me sorprenden leyendo el nuevo libro de Luisa Etxenike, Aves del Paraíso (Nocturna). Un texto fragmentado, pero no fragmentario, cuyo relato ha sido tan desordenado como la memoria del protagonista, una suerte de vagabundo que callejea sin rumbo pero que acaso, sin él saberlo, posee la llave de un misterio que debe imperativamente resolverse, pues puede que haya tenido que ver con un delito de sangre.

El texto explora los agujeros e intersticios de la realidad y nos la ofrece tal como a menudo se presenta o es, como un mapa incompleto de indicios y sentimientos, como un retrato inacabado de algo que puede ser el mundo, una época, una generación, pero cuyos modelos se nos escurren de las manos como el esfuerzo por mantener la lucidez al protagonista, algo beckettiano, de Aves del Paraíso. Una novela, en cualquier caso, para admirar, con una prosa diferente y una muy distinta manera de enfocar e interpretar lo que nos rodea, el árbol, la noche, el secreto, el hombre.

Fragmentación, también, en la realidad y en la actualidad políticas.

Las últimas encuestas revelan que el Parlamento Frankenstein que padecemos ha vuelto a clonarse con otro miembro o extremidad implantada en el corvejón, la de Errejón, por el diabólico doctor D’Hont. Una sexta pata o partido a repartirse la tarta nacional, cada vez más pequeña. Antiguamente el pastel era para dos, luego para cuatro, ahora para seis, y puede que en las próximas elecciones sean ya ocho partidos, si se anima Belén Esteban, ahora que parece animarse Risto Mejide, a disfrutar de grupo parlamentario y hacer como que nos gobiernan.

¿Tiene solución esa fragmentación? Desde luego, como la tiene en la narrativa, en la literatura. Una autora como Luisa Etxenike, muy experimentada, no tiene por que renunciar a los cánones clásicos de la novela, a sus órdenes y lógicas en el espacio--tiempo, de la misma manera que el electorado español, harto de experimentos fragmentarios, podría perfectamente pedir el regreso de la antigua manera de contar historias a dos voces, la de un partido conservador y otro progresista.

Y punto final.