La desaparición de empresas por el traslado a otras zonas en busca de salarios y condiciones laborales más beneficiosas no es una novedad. Sin ir más lejos, nuestra región se ha beneficiado históricamente de este fenómeno porque siempre ha habido empresas que han ampliado o trasladado sus instalaciones por una circunstancia bien sencilla: el menor coste de la mano de obra.

Ahora esta situación tiene algunos elementos diferentes: la enorme ampliación del mercado, con la incorporación de países como China a la "economía de libre mercado" (1.200 millones de personas) o la irrupción de países con un gran potencial competitivo, como India (700 millones de habitantes) con una parte de su población bien preparada en investigación y nuevas tecnologías. Si a esto añadimos todo el ámbito de influencia de la antigua Unión Soviética, tenemos una realidad de más de 2.000 millones de habitantes que se han incorporado al mercado para producir y también para consumir. Zonas muy extensas que tienen salario bajos, condiciones laborales no reguladas y sin protección social y una enorme ansia de consumir desaforadamente todo aquello que el mundo occidental muestra en la televisión.

AHI TENEMOS el primer factor que acelera la salida de empresas desde el mundo occidental: los bajos salarios y los nulos costes en materia de protección social. Aquí, en España, seguimos siendo competitivos salarialmente respecto de otros países: mientras la hora de un trabajador del automóvil cuesta en España 16 dólares, en Alemania son 38,5 dólares y en Francia 32. Situación que ha conseguido asentar esta industria aquí y que aquellas empresas que sólo son competitivas por unos menores costes busque salir otra vez hacia donde menos vale el trabajo en una carrera por degradar al ser humano y, sobre todo, a los niños y a las mujeres.

También hay otros elementos que están recompensando la salida de empresas y que no son exclusivos de la Europa de los quince o de España. Existen numerosas zonas geográficas donde además de los bajos costes del trabajo no existe ninguna norma medio ambiental que cumplir ni ningún código comercial que respetar y que limite la copia en serie de productos a los que no se aplican ningún tipo de royalties o las normas comerciales básicas. ¿Quién le habría dicho a los húngaros o a los checos que la microelectrónica o la realización de electrodomésticos de gama baja que se llevaron de numerosos países hace apenas quince años estén ahora saliendo hacia China por el mismo rasero de los bajos salarios con que ellos compitieron entonces?

SON SOLO algunos de los elementos que hacen atractivo para muchas empresas el salir de Europa. Cuando no hay valor añadido por el medio, tecnología industrial o investigación aplicada en los programas de producción es muy fácil oír los cantos de sirena y levantar el campamento , sabiendo que para muchos directivos esto supone que en cinco años han conseguido superar los problemas económicos, mejorar la cuenta de resultados y, posiblemente, lograr un ascenso. ¿Qué hay que mirar para otro lado cuando niños de 10 años trabajan de sol a sol en el textil o la madera? Pues se hace. ¿Qué hay que explicar como un problema cultural que las mujeres trabajen más horas por un tercio del salario de los hombres? Pues se hace. Y así, ¿hasta cuando? En esta carrera de desregulación siempre habrá un país, una región o una zona geográfica que haga estos trabajos más baratos.

La solución nos la ha dado el vicepresidente segundo y consejero delegado del grupo financiero BSCH cuando afirma rotundamente que es imprescindible "desmontar el Estado del Bienestar para hacer frente a la deslocalización". Con recetas así, seguro que el problema desaparecería: ¡todos como los chinos y a disfrutar! Menos los elegidos como él que blindan su jubilación o su despido con centenares de millones de las antiguas pesetas.

El problema tiene suficiente enjundia como para replantearnos todos las formas de acometer el efecto. Las administraciones articulando un modelo de desarrollo distinto con más valor añadido, con más inversión en I+D+i, con el apoyo a la creación de grupos empresariales potentes made in Spain , con más cualificación y formación de los trabajadores. Las empresas buscando más elementos de competitividad que el valor del trabajo, invirtiendo, organizando y compitiendo. Los sindicatos orientando la negociación colectiva también hacia este fenómeno, sin perder conquistas, es más, poniendo en valor el modelo social europeo como elemento de competitividad. Y todos asumiendo que esto se produce por haber convertido el consumo en el motor de nuestras vidas y en la base de nuestra cultura. (El cambio de mentalidad de todos los implicados ha de ser revolucionario).

*Diputado del Grupo Socialista por Zaragoza