Quisiera decir dos cosas. La primera: creo que es aconsejable no fumar. La segunda: yo fumo con pipa. Para que ningún lector se escandalice, seré rotundo: es evidente que no hay que fumar, y hacerlo ha sido negativo para muchos fumadores. Es correr un riesgo innecesario. Añadido, claro, a los riesgos que suponen cierto tipo de alimentación, un exceso de bebida alcohólica, unos esfuerzos físicos sin control... Simplemente: vivir es peligroso. Yo fumo con pipa, y dicen que no es tan malo porque el fumador de pipa no se traga el humo. El hecho es importante, pero no garantiza nada. En cualquier caso, y próximo a los 87 años, fumar regularmente con pipa todavía no me ha provocado ningún problema de salud. Quizá por eso mi médico, cuando voy a visitarlo, me da este consejo: "Para la edad que tiene, está bien. No cambie nada de lo que hace". Me parece un criterio razonable. Sigo, pues, comiendo dulces y longaniza y fumando con pipa.

En un acto público dije que yo fumaba pero que recomendaba no fumar. Lo dije bien claro. Pero un médico asistente al acto me atacó, airado: "¡Me gustaría ver sus pulmones y sus arterias!". Con una violencia que no debía de ser muy sana. Llegado a la edad que tengo, bastantes amigos míos ya han desaparecido. Unos fumaban, otros no. El tabaco es una ruleta que te puede arruinar. Lo que no es cierto es la sentencia dogmática que se lee en algunos paquetes: "El tabaco mata". Seamos serios: "Fumar puede matar". Esto es cierto. Ustedes mismos. Escritor