Hay quien dice que por estas tierras la primavera es tan breve que tan sólo dura unas horas, así es de abrupto el tránsito entre el estepario invierno y el verano sahariano. Afortunadamente, este año la primavera cayó en sábado y me cogió paseando con mi familia por el casco antiguo de Huesca. Al llegar a la altura del colegio San Vicente, el familiar sonido de un partido de fútbol entre chavales inundó la calle. Lo sorprendente de esta bucólica estampa fue que al mirar al recreo de la escuela, comprobamos que los dos equipos estaban formados íntegramente por africanos. Cuando un delantero que emulaba los movimientos de Geoge Weah fue golpeado con contundencia por un defensa con maneras de Marcel Desailly, de su boca, en vez de un insulto mandinga, surgió un castizo "tontolaba". Sin duda aquel chaval, aunque conservaba la resonancia nasal del acento de su tierra, ya había comenzado a asimilar nuestra cultura. Puede que este año la selección esté llamada a hacer algo grande en la Eurocopa, pero seguro que cuando asimilemos la energía multicolor de nuestros nuevos vecinos seremos imparables, y no me refiero sólo al balompié.

*Músico y gestor cultural