El turismo rural ha percibido este verano que ya no vale todo. Mientras faltaron plazas, no se produjeron quejas. Más al contrario, el sector navegaba en la tranquilidad. Pero ahora que han aflorado alojamientos y hospedajes por todos los rincones de la región los más perjudicados son desgraciadamente quienes pretenden hacerlo bien. Es decir, aquellos que cumplen con la normativa y defienden las esencias de este tipo de establecimiento. O el sector y la administración se ponen serios y buscan modelos --como el francés-- que homologuen de verdad y no sólo de espíritu estas casas rurales o aún vendrán veranos peores.