El Zaragoza ha jugado con fuego en las últimas jornadas y se encuentra inmerso en una grave situación. Estar a dos puntos del descenso cuando quedan sólo tres jornadas de liga era un escenario inimaginable hace poco más de un mes, cuando con juego y goles se alzó con la Copa del Rey. Pero el fútbol, y no es un tópico, es capaz de ofrecer dos dimensiones diametralmente opuestas de la realidad de un equipo, como estamos comprobando. A diferencia del descenso de hace dos años, el club depende ahora de sí mismo y, si encadena dos resultados positivos estará matemáticamente salvado. Es momento, pues, de cerrar filas y dar ánimo a los jugadores, que el domingo recibieron una dura arenga del presidente Soláns, quien les responsabilizó de la triste derrota en Albacete. Sea como fuere, estamos en manos de una plantilla que se sabe con recorrido para dar muchas más alegrías a la afición. El futuro depende en gran parte de que lo piensen así.