El PP se encuentra en un momento histórico: va a elegir a su futuro líder en un congreso abierto y no con el método del dedazo, tan dañino. Se nota que están de estreno, porque tienen pavor al desparrame de la elección interna. Por eso, algunos dirigentes muy destacados están pidiendo que solo haya un candidato para suceder a Rajoy. Si puede ser, consensuado previamente. Que no quieren líos.

Generalmente, los cónclaves del PP están marcados por una férrea disciplina. No parece que haya nada que temer, ni riesgo de que ocurra como en el PSOE, donde los militantes pasaron olímpicamente del aparato. Es verdad que estamos ante un Congreso inédito. Todo puede pasar. Sí, puede ser un desparrame. Pero, ¿y qué? Ya que se ponen, merece la pena arriesgar. El PP está en una situación complicada: en la oposición, sin un proyecto claro y con Ciudadanos disputándole seriamente el espacio. Deberían huir de los enjuagues y tomarse en serio a sí mismos.

La mayoría de cargos del PP considera que Feijóo parte con ventaja. Nadie concita en estos momentos tanto respeto interno como el presidente de la Xunta. Incluso se atreven a pronosticar que su elección no tendría por qué ser traumática. «Veremos qué hacen las señoras», me comentó inquieto un dirigente hace unos días. Hay nervios por los pasos que puedan dar Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. La secretaria general del PP lleva años diciendo a todo el que le quería oír que su único objetivo, con su empeño por mantenerse en Génova, era cerrarle el paso a la exvicepresidenta. Su relación nunca se reconstruirá. Cospedal llegó incluso a sospechar que el CNI estaba detrás de las sombras que de vez en cuando surgen en torno a su marido. Además, la secretaria general se partió la cara defendiendo a Rajoy de las garras de Bárcenas, mientras Sáenz de Santamaría se ponía de perfil y pasaba a Génova la patata caliente.

La exvicepresidenta nunca se mojó con nada que pudiera ensuciar su trayectoria. Su entorno se afanó por aplastar todo comentario crítico, toda pregunta incómoda. Fabricaron en torno a ella un personaje; el de gestora eficaz e impecable... hasta que tuvo que hacerse cargo del asunto catalán.

También el círculo más próximo a Feijóo piensa que Sáenz de Santamaría estuvo detrás de la filtración de las fotos con aquel narco. Durante años, en el PP se bromeaba con las repentinas decapitaciones de todas las personas bien situadas para la sucesión. Véase Cristina Cifuentes. Llegado el caso, se podría entender un pacto entre Feijóo y Cospedal para frenar a la exvicepresidenta. Eso es política también. Pero no deberían impedir la aparición de otros proyectos. No es momento para cierres en falso.

*Periodista