El mes de julio la entrada de turistas en España fue ligeramente mejor que el mismo mes del 2003. La cifra desmiente los peores augurios de junio, pero no disipa la sensación de obsolescencia que afecta a todo el sector, aunque el turismo de masas en verano, sobre todo procedente del resto de la UE, ya no debería medirse sólo por la cifra de visitantes. Esa estadística, con tendencia irreversible a la baja, refleja lo que se ha venido avisando desde hace tiempo. El sector turístico español depende en exceso de los turoperadores que deciden dónde toman el sol los alemanes, belgas, holandeses o británicos. En Aragón tampoco se está para lanzar las campanas al vuelo. Los datos del primer semestre del año marcan la misma tendencia negativa nacional y el sector turístico del Pirineo oscense nota ya la crisis y no es nada pesimista ante lo que queda de año. Si a nivel nacional hace falta revisar el modelo turístico español, por su incidencia decisiva en el PIB y será esteril si se vuelve a caer en los reproches entre empresarios y Administración, en Aragón es preciso el anunciado plan global de turismo que nunca llega y cambiar la creación de oferta (que ya está bien desarrollada) por la creación de demanda. En este sector hace falta un gran debate público.