Ganar tiempo. Tal vez este sea el único objetivo que comparten en estos momentos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los partidos independentistas catalanes, ERC y PDECat. Para Sánchez, ganar tiempo en la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado significa mantenerse en la Moncloa y no convocar elecciones anticipadas. Para los independentistas, la disyuntiva la resumió la exconsellera Dolors Bassa en una entrevista desde la cárcel de Puig de les Basses: un no rotundo a los presupuestos implicaría al caída del Gobierno, y la alternativa podría ser una coalición de PP, Ciudadanos y Vox.

La irrupción del partido de ultraderecha en Andalucía parece haberle dado a Sánchez un argumento similar al que le sirvió para imponerse en la moción de censura a Mariano Rajoy. El ‘O Rajoy o yo’ de entonces, sin entrar en negociar con los grupos parlamentarios un plan de Gobierno, se ha convertido ahora en un ‘O yo o Vox’. Bajo esta premisa, Sánchez ha decidido finalmente presentar en el Congreso unos Presupuestos en principio abocados al fracaso. Y bajo esta misma premisa los grupos independentistas se inclinan por permitir que se admitan a trámite y no presentar una moción a la totalidad. Esta decisión, que debe tomarse en febrero, abriría un plazo de varios meses en los que técnicamente los Presupuestos se estarían tramitando. Un periodo de tiempo precioso para Sánchez y para los independentistas, que podrían retrasar de esta forma el no definitivo a unas cuentas que incluyen una importante inversión tanto social como para Cataluña. El no a los Presupuestos, además, lleva aparejado la convocatoria de elecciones y ahí es donde aparece la amenaza de Vox. Las líneas rojas marcadas por el independentismo (los gestos de Sánchez en lo relativo a los presos y el derecho de autodeterminación de Cataluña) son imposibles de satisfacer por parte del presidente del Gobierno. El juicio del procés no hará otra cosa que dificultar aún más el proceso negociador. Pero ser los hipotéticos responsables de la caía del Gobierno socialista y del ascenso de uno de derechas con el apoyo de Vox tampoco es un trago sencillo al menos para esa parte del independentismo que se resiste a los cantos de sirena del cuanto peor, mejor. A esa baza se juega los Presupuestos y el futuro de su Gobierno Sánchez. Ya le salió bien una vez. Esta vez no parece que le queden muchas más opciones.