Un paciente malherido entra al hospital con su pierna completamente gangrenada. Los médicos la examinan y le dan dos alternativas: Amputar y salvar la vida o no cortar y enfrentar una altísima probabilidad de morir. El dilema es aún peor, porque cuanto más tiempo tarde en decidir más arriba deberán cortarle la pierna. Esta situación es similar a la de buena parte del mundo rural hoy. Existen multitud de pueblos y no digamos ya núcleos habitados con poblaciones bajísimas, y ausencia de jóvenes. En Aragón hay 200 municipios por debajo de los 100 habitantes empadronados, si contáramos habitantes reales, las cifras serían más escalofriantes. El pueblo de un conocido mío tiene 19 habitantes empadronados de los cuales viven en el pueblo 2. Muchos pueblos en Aragón (y en las Castillas, Extremadura, Asturias etc.) han cruzado el punto de no retorno hacia la muerte demográfica.

Las políticas de apoyo al medio rural han costado miles de millones de euros y su eficacia ha sido más bien baja, valgan de ejemplo los alrededor de 1000 millones gastados en el FITE de Teruel desde el año 93, y la pérdida de 10.000 habitantes de la provincia desde ese año. Los datos son aún peores si se tiene en cuenta que la capital aumentó en 4000 habitantes, es decir que los pueblos perdieron 14000.

Me temo que desgraciadamente la única solución que pudiera evitar que esta gangrena no se extienda y mate al medio rural (o lo convierta definitivamente en urbanizaciones nostálgicas de veraneo) pasa por la amputación, es decir, plantearnos concentrar inversiones y servicios en determinados núcleos/municipios a costa de otros, de forma que algunos puedan ser lugares con futuro y vida. Suena duro pero la alternativa es que en lugar de morir 200 pueblos terminen por morir 400. Es una situación muy difícil porque naturalmente ningún pueblo quiere ser parte de la pierna a amputar. Además en el caso del paciente malherido se da la circunstancia de que el enfermo es dueño de su vida y de su pierna, por lo tanto elige sobre las dos. Sin embargo, en el caso que nos ocupa podemos decir que los habitantes no lo son del medio rural, sino de su pueblo y como es lógico y legítimo, lo que aspiran a salvar no es el medio rural sino a su pueblo y sus raíces. Es sin duda una situación endiablada, en la que nadie quiere que le pongan el cascabel y nadie quiere ponerlo, pero cuanto más tardemos más arriba habrá que cortar la pierna.

*Profesor y economista