La mayoría de los humanos y animales domésticos estamos de los nervios, sí. No hay más que vernos. Por bares y terrazas y trabajos, a punto del telele. Telele es patatús o soponcio, según la autoridad. Pero también puede ser ese triquitraca que nos hace mover una pierna frenéticamente durante horas. O un dedo, o una mano, o lo que sea. Los humanos no podemos parar, no podemos estarnos quietos ni un segundo. La vida es una carrera de fórmula 1, pero con menos paradas en boxes. Antes, a los críos, cuando se ponían frenéticos, se les decía "para, que parece que tienes el baile san Vito". O "Que te va a dar el baile san Vito". Ahora ya no hay tregua, hemos cogido velocidad y no hay forma de sosegar esa pierna loca, ese fleje que va y viene sin control, rítmicamente. Esa rótula desbocada da una idea del estado del mundo y sus pisos. El móvil ha venido a complicar las cosas. Por un lado nos sirve de consuelo y entretenimiento, pues el teclado ayuda a aplacar los nervios. El móvil sirve para desviar el telele y canalizar las garrampas, ese caudal nervioso que dispara el vaivén. Pero por otra parte es una incitación permanente. Si alguien, con técnicas de yoga, consiguiera permanecer inmóvil durante un minuto, el artilugio le incitaría a reanudar enseguida este perpetuum mobile. Ah, las garrampas van a su aire. Hay gente que troceando papelitos consigue atravesar una velada, hay quien necesita provocar diminutos incendios y hay quien se sujeta dándole a la ruedeta de un mechero. Entre los múltiples accidentes y sinsabores que provoca el dejar de fumar está el aumento del ritmo garramperil. Esto debe de ser por el estrés acumulado. Al estrés individual, de una vida, hay que sumarle el estrés global, y a ambos el histórico, que viene a ser como la inflación subyacente, o el déficit oculto. No hay manera de deslocalizar todas esas masacres, epidemias y genocidios, desde el big bang hasta Guantánamo. Entre todos los síntomas espantosos que muestra la época, las humildes garrampas y el modesto telele no consiguen ni un pie de foto (claro que saldría movida). Jamás salen en los telediarios, nadie les dedica un neurocongreso. Encima, Hawking cambia de idea sobre los agujeros negros. ¿No se da cuenta este hombre de que nos está poniendo a cien con sus veleidades cósmicas? Sólo hay una manera de librarse de las garrampas, pero nadie la quiere.

*Escritor y periodista