El prelado de Alcalá, monseñor Jesús Catalá, ha decidido salir del armario de las convenciones lingüísticas, de la morigeración y el matiz, para llamar, según le pedía el cuerpo, a las cosas por su nombre: todos esos homosexuales que pretenden contraer matrimonio, adoptar inocentes criaturas, incluso, quién sabe, mancillar de sodomía la jerarquía y la púrpura, son, simplemente, "invertidos" o "maricones". Y, lo que es más grave, nos ha venido a advertir monseñor, padecen una grave anormalidad psicológica. "Hay doctores en América que vienen tratando a los homosexuales --nos recuerda, sin embargo, a, modo de esperanza, el obispo de Alcalá--, y en muchos casos están logrando que dejen de serlo".

Uno de esos doctores americanos a los que supongo se refiere monseñor Catalá no puede ser otro que el eminante psicólogo Richard Cohen, autor, entre otras obras que la Iglesia ha considerado canónicas, de Comprender y sanar la homosexualidad . Un texto, por cierto, recomendado por el suplemento Alfa y Omega , que edita el Arzobispado de Madrid.

En el último número de dicho y pío suplemento, el doctor Cohen, de forma, aun coincidiendo con el debate en España, totalmente espontánea y sincera, se sometía a una amena entrevista en la que analizaba la problemática gay en el mundo actual.

Ya en su primera respuesta, el doctor Cohen aspiraba a ganarse el respeto y tal vez la admiración de los lectores al reconocer abierta y valientemente que en un oscuro tiempo de su pasado él mismo, sí, el hoy mundialmente famoso Dr. Cohen, incurrió en conducta homosexual. Desviación que, gracias a la ayuda del Señor, y a los progresos de su método científico, cuyas fórmulas psicosomáticas él mismo experimentó en su propia psique, en su propia líbido, pudo corregir. Richard dejó de ser homosexual, se convirtió en hetero y avanzó por los caminos de la espiritualidad hasta encontrar a quien es hoy la señora Cohen, esposa modelo y madre de sus tres hijos. El doctor Cohen sabe, pues, de qué está hablando cuando afirma: "El cambio de la homosexualidad a la heterosexualidad es posible. Yo mismo he realizado ese cambio y después, siendo terapeuta, he ayudado a cientos de hombres y mujeres a hacer lo mismo. Ahora viven felices. Sé que el cambio es posible porque todos hemos sido hechos heterosexuales. Esa es la verdad".

El doctor Cohen no nos revela si en su consulta ha tenido la oportunidad de psicoanalizar y redimir a algún obispo o hermano gay, de los muchos que hay gulusmeando monaguillos, pero la doctrina eclesiática, en efecto, no admite la causa natural de la homosexualidad.

El gay no nace (sería tanto como imputarle un divino creacionismo), sino que se va haciendo en este mundo nuestro plagado de asechanzas. Después, cuando se hace mayor y vota socialista, quiere casarse, abrir negocio, hacer proselitismo y hogar, ser papá, ser mamá, y todo ello sin cumplir con parroquia ni mentar la religión sino para poner al clero de chúpame dómine. En consecuencia, hay que darle anatema y caña.

*Escritor y periodista