Los zaragozanos deberíamos salir más a menudo de nuestro ensimismamiento de pequeña gran urbe y aprender de cómo se hacen las cosas en ciudades con menos resortes y posibilidades. Es el caso de Huesca que, en estos mismos días, se convierte por quinta vez consecutiva en foro internacional del periodismo digital. Para admiración de propios y extraños, atrayendo a lo más granado de la profesión y convirtiéndose en referencia de innovación y modernidad a escala nacional e internacional.

Y lo más sorprendente es que ese milagro se repite, año tras año, en una humilde ciudad de provincias, que carece de auditorio, que no tiene ni siquiera un hotel de cuatro estrellas, pero que se cita con respeto entre profesionales incluso del otro lado del Atlántico. Por no contar, el Congreso de Periodismo Digital de Huesca ni siquiera cuenta con un gran presupuesto. Su franciscana pobreza de medios se suple con unas pocas ayudas rascadas trabajosamente de un puñado de instituciones públicas y privadas.

¿Cuál es la explicación de este éxito? Muy sencillo: la gente. Gente como Fernando García Mongay, el alma del encuentro, o como Ramón Buetas, el altoaragonés que preside con gran competencia la Asociación de la Prensa regional. Gente capaz de juntarse para trabajar en una empresa común. Que no busca un lucro personal. Que no espera ni reclama el aplauso o el reconocimiento de los demás. Esa ejemplar gente activa que, a la hora de la verdad, es la que siempre marca la diferencia.

*Periodista