Los índices de audiencia son perfectos rotuladores de por dónde van los tiros. De qué es lo que quiere el personal. Este lunes se estrenaron tres programas que deberían haber acumulado el interés del españolito medio; pues no crean, no ha sido para tanto. Cuando alguien que se planta ante la pantalla, puede ver en diversos canales, unas quince veces, a un ministro mandar a tomar por culo (textual) a una periodista, es que los que programan saben qué producto ofrecer. La gente no estaba por la gran producción de Antena 3, El corazón del océano, porque los indicadores no fallan: no llegó a tres millones de espectadores. El personal estaba destapando virtualmente (y algunos realmente) sus botellas de cava, para brindar por el triunfo sobre la política del PP de Madrid, de privatizar la sanidad. El jolgorio va a durar semanas.

Nunca como ahora se había consumido tanto informativo. Otra señal nos la envía El informal de Wyoming que, con cuatro gatos y dos perras gordas, le mojan la oreja a producciones tan caras como Mira quién baila, que estrenó La 1 a todo tren. Pues que no presuman. El espacio de TVE solo superó en cien mil espectadores a La Sexta. Las cuentas no salen, queridos.

Todo está cambiando. Había un programa antaño que se llamaba La gente quiere saber, y yo lo brindo de nuevo para que lo rescate alguna empresa. Todo lo que huela a información y argumentario tiene tirón. De ahí el éxito inesperado de La Sexta. Y el que no se entere cerrará el chiringuito.