El pragmatismo de la realpolitik ha confirmado la peor de sus derivas. Dejar al margen los valores, siquiera por un momento, aun para una mejor resolución de los problemas, no podía salir gratis. Mientras EEUU ha sido el líder global (militar y cultural), el primer mundo afín ha podido integrar estos paréntesis morales en un entramado básico y en el fondo cómplice de hábitos democráticos. Pero hoy el escenario es multipolar, donde Rusia y China tienen mucho que decir sin arrastrar la necesidad histórica ni la obligación de compartir esos mismos modos.

A propósito de la unilateral anexión de Crimea, Vladímir Putin ha avisado de que no aceptará lecciones de política exterior de Occidente, recordando agravios de los últimos quince años y sin achicarse por los (tímidos) anuncios de sanciones, la inminente gira de Barack Obama o la llamada a filas del G-7. Esta vez el ruso tiene de su parte la geopolítica, esa ciencia que hoy determina lo que es y no es tolerable. (Siria no es Libia). La lucha por los recursos económicos es descarnada y se desentiende de lo esencial en política: los compromisos con las personas.

China, con esa particular síntesis de capitalismo planificado y férreamente dirigido, sigue invirtiendo (comprando) en el mundo. Y con esa fuerza silenciosa del dinero cercena los derechos que otros conquistaron y zanja asuntos fastidiosos. Solo así se entiende que los únicos votos del partido que gobierna en España hayan aprobado una servil reforma que limita la justicia universal; si bien el juez Pedraz, amparándose en la legalidad superior internacional, se niega a cerrar el caso Couso.

Manejarse y decidir en dilemas donde la ética está en peligro es el trabajo del político, y también su descrédito cuando por mantenerse en posiciones de poder olvida lo irrenunciable. Que Carlos Floriano, número 3 del PP, note un "sesgo ideológico" en la decisión de Pedraz (como mínimo humanitaria) da una idea de hasta qué punto se puede perder la noción de los valores que Occidente aprendió, construyó y compartió tras la segunda guerra mundial. Es solo un aviso más. Cualquier día verán subversiva la Declaración de Derechos Humanos. Al tiempo. Periodista