Hoy es la tercera de las reuniones entre PSOE y ERC para conseguir una abstención necesaria en la investidura de Pedro Sánchez. La decisión se está fraguando en un entorno complejo, esperando a la próxima convocatoria electoral catalana, con la posible inhabilitación de Quim Torra, la decisión del Tribunal de la Unión Europea sobre la inmunidad de Oriol Junqueras o la clasificación penitenciaria de los políticos presos. Aun con todas las dificultades de esta apuesta, que tiene las miras puestas en un quid pro quo, primero Madrid, luego el Gobierno de la Generalitat, hay un acontecimiento con variaciones que facilita el acuerdo.

Dos grupos parlamentarios del Congreso que fueron protagonistas en estos agitados tres años desde el 2016, se han vuelto irrelevantes para la toma de decisiones en la Cámara. Ciudadanos por su pérdida de 47 diputados y Junts per Catalunya, aún ganando un diputado desde las pasadas elecciones, por su debilidad frente a ERC. JuntsXCat, con sus antiguos diputados laminados por Puigdemont, fue uno de los protagonistas en el éxito de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Ciudadanos, con los resultados de las elecciones de marzo, hubiera podido conformar un Gobierno con el Partido Socialista con el apoyo de 180 diputados.

El acomodo en ambos partidos, que mantienen un gran poder territorial en el resto del país, está comenzando en un aterrizaje doloroso. Puigdemont y Torra se reunieron ayer en Bélgica con la cúpula de su partido para marcar una estrategia que no les deje descolgados frente al protagonismo de ERC y acompasar sus dos visiones internas, la más pragmática de los herederos de la antigua CIU y la de los independientes incorporados desde la vía unilateral.

La pérdida de influencia y la asunción de que tu competidor directo sea la cara útil y negociadora del independentismo en Madrid es difícil de encajar para cualquier élite política.

Las voces críticas en el interior de Ciudadanos también quieren un giro de estrategia que parece comenzó con la carta de Inés Arrimadas a Pedro Sánchez solicitando una reunión a tres con el Partido Popular. El riesgo de convertirse en un apéndice del partido conservador, a su vez lastrado por los acuerdos con Vox, del que no se pueden separar porque a ellos deben sus cuotas de poder institucional es su principal dificultad, aunque a veces salgan posiciones propias como la de Begoña Villacís frente a Ortega Smith. El enfoque mediático está en la política nacional y no se pueden resignar a quedarse fuera.