El paradigma del mindundi con poca o nula formación pero con pretensiones, maleducado, faltón, desinhibido, pero con capacidad para captar votos entre los sectores más ignorantes o con más intereses, ha resucitado. Al menos sus actitudes diseminadas por aquí y por allí, convirtiendo el ámbito político en un lodazal. La sociedad contempla cómo lo que desde la transición era tabú ahora resucita. Lo que hace unos pocos años era rechazado mayoritariamente y causa de escándalo público, provocando reacciones mayoritarias inmediatas de rechazo, ahora se atreven a defenderlo orgullosamente, poniendo en peligro avances sociales que parecían definitivamente consolidados.

Las barbaridades de Trump han creado escuela y aparecen Salvinis por todos lados que lo emulan. Eso de que «no todo vale» se quedó en una frase hecha. Se demuestra que todo, la mentira, el engaño, el tomar por idiotas al personal, el negar la evidencia, el oportunismo descarado… todo vale si sirve para alcanzar el poder. Un ejemplo: cinco horas de negociación (Murcia, Vox y Ciudadanos) se convierte en un simple café. Se conquista el sillón en instituciones negando la evidencia: que se pacta con la extrema derecha, que en vez de regeneración se consolida lo mismo de siempre, que se está dispuesto a pagar el precio que se pida con tal de tocar poder, que los principios nunca existieron y que… todo vale. En este contexto, la responsabilidad de los partidos que se reclaman de izquierda es enorme si quieren ser útiles a quienes les votaron. Siempre que se pueda tienen que evitar que mentirosos, ladrones y políticos oportunistas lleguen al poder. Déjense de egoísmos y lleguen a acuerdos, ya.

*Profesor de universidad