El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha comenzado a aplicar su programa electoral en lo que se refiere a recuperar la militancia europeísta de España en estrecho contacto con Francia y Alemania, superando la falta de sintonía política y personal de Aznar con los gobiernos de ambos países. La minigira que empezó ayer con una visita a Berlín, y que proseguirá hoy en París, ha venido precedida de un gesto político de buena voluntad por parte de franceses y alemanes: la corrección del revés que recibió España en la reforma de las ayudas comunitarias al algodón, el aceite y el tabaco. No hay en perspectiva un eje París-Berlín-Madrid frente al Reino Unido, que lleva su propio rumbo y cuyo interés por Europa es manifiestamente mejorable. Pero sí un retorno a la habitual política exterior española, establecida desde el ingreso en la Unión Europea, de la que Aznar se había desviado por decisión personal. El objetivo de Zapatero, por el contrario, es fortalecer Europa en lugar de zancadillearla. Su Gobierno empieza encarando, con este horizonte, dos primeros retos: desbloquear la Constitución Europea y trabajar para defender en la ONU una alternativa al callejón sin salida de la ocupación de Irak.