Que el Partido Popular reclame ahora en Aragón las mismas infraestructuras descartadas por el Gobierno presidido por Aznar resulta realmente impresionante. Los aragoneses estamos habituados a que los dos grandes partidos nacionales cambien de posición según estén, o no, los suyos a cargo de la Administración central, pero nunca se había visto una mudanza tan rápida y espectacular. Cuando ayer el mismo PP lanzó un comunicado reivindicando la deuda pendiente tras el traspaso de la Sanidad a la DGA, la situación bordeó ya el esperpento. Cabe pensar que los conservadores aragoneses han entendido al pie de la letra los motivos por los que vienen perdiendo las elecciones... o que siguen sin entender nada.

La ciudadanía es ya suficientemente madura e inteligente como para juzgar las actitudes de los políticos. Al electorado no se le encandila con inauguraciones en vísperas electorales, primeras piedras y otras escenificaciones al uso. Tampoco se le engaña en lo que al cumplimiento de las promesas y los programas se refiere. El PP debe tenerlo en cuenta. Al igual que el PSOE, cuyos compromisos serán recordados sin duda por la propia sociedad que ahora quiere verlos hacerse realidad.