En el mundo actual, la globalización económica hace que nuestras existencias, en una gran medida, vengan determinadas por las operaciones financieras de carácter especulativo de grandes corporaciones transnacionales. Gran parte de las decisiones políticas que toman los gobiernos nacionales dependen de los intereses económicos de esas grandes corporaciones. El precio de la vivienda o los recursos públicos que se pueden destinar a sanidad o educación, a su vez, también dependen en no poca medida de esa especulación financiera. La política está cada vez más subordinada, no a la gestión del interés colectivo, sino al de los intereses de dichas corporaciones.

Han surgido muchos discursos críticos, la mayoría de los cuales han caído en el error, que diría Marx, de llevar el debate a categorías abstractas construídas y difundidas por los sectores dominantes (aquellos que, tanto en la esfera política como en la económica, pertenecen a las élites que deciden sobre nuestro destino). La democracia impulsa al demos a plegarse a los intereses del kratos, olvidando su labor fundamental: ser un instrumento de regulación puesto al servicio de las personas, de la gente.

Y la gente, las personas, somos una especie biológica; y como tal, nuestra constitución básica es la disposición de un cuerpo. El cuerpo es aquello que determina nuestra condición activa: sin cuerpo no hay acción, y sin acción no hay convivencia. Desde la constitución de la modernidad, gracias a los principios de la racionalidad ilustrada, el cuerpo ha sido excluído (tomar en consideración el cuerpo como elemento constitutivo de nuestra existencia suponía reconocernos como los animales que somos, especie biológica).

Pues bien. En el decimosexto congreso de la ISSEI (Internacional Society for the Study of Europea Ideas) se incluye el workshop the corporal turning, con diversas reflexiones en torno a esa corporalidad olvidada. En mi caso, atendiendo a la discapacidad: cuerpos, especiales, singulares, no normatibizables, que, por el hecho de ser como son, quedan excluídos de los main stream de la convivencia.

Os animo a acudir al taller. Aprenderéis mucho (espero...).

*Profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid